Rafa Nadal regresó a lo más alto del ránking mundial conquistando su quinto título de Roland Garros. Y lo hizo del modo en que probablemente él mismo hubiera deseado de ser interrogado hace unos meses por el genio de la lámpara: vengándose en la final del tenista que, justo hace un año, propició su descarrilamiento. Si durante toda la temporada de tierra no había perdido un sólo partido y sólo había cedido dos sets, contra el sueco Robin Soderling mantuvo su trayectoria incontestable y se impuso en tres mangas: 6-4, 6-2 y 6-4.
Tanto había sufrido Rafa desde que Soderling le sacara de la pista en octavos de la anterior edición… lesión previa a Wimbledon que le impidió defender el título, descenso al tercer puesto ATP, de nuevo más lesiones, separación de sus padres, varias finales perdidas… que arrancó a llorar sentado en la silla, antes incluso de recoger el trofeo, en cuanto tuvo un segundo para detener la cabeza y recapacitar. El cartel del sueco, pegador insaciable con el saque y la derecha, verdugo del campeón Roger Federer y único tenista capaz de batir al propio Rafa en París desde 2004, era como para estar, cuando menos, algo preocupado.
Pero Rafa supo templar los nervios y aplicar la receta que le consagra ahora mismo como alguien inasequible para el resto sobre tierra: su magnífica transición defensa-ataque. Nadie defiende mejor que Rafa, ni tampoco nadie sabe pasar al ataque desde situaciones apuradas como él. Los zurriagazos del sueco no lograban cerrar el punto y la cosa acababa en error ansioso o en contraataques certeros del mallorquín, que se iba adueñando de la batalla psicológica. Así las cosas, en cuanto Nadal se puso un break arriba en el set inicial, impulsado por el poderoso bagaje de sufrimiento acumulado, ya no soltó el cuello de su rival.
Nadal cierra la temporada de tierra con un balance impoluto de 23 victorias en otros tantos partidos para levantar cuatro títulos, Montecarlo, Roma, Madrid y París. Y en el horizonte, una vez cerradas las bocas de los que insinuaban que Nadal no regresaría, todas las incógnitas por despejar. Cambiamos de velocidad, a partir de ahora la bola viaja más rápido y en 2 semanas llega Wimbledon, donde el único capaz de manchar el jardín de Federer desde 2003 ha sido Nadal. Rafa debe asentar su mejoría en pistas rápidas, Federer lucha por seguir ganando pese a su paternidad y veteranía, y en un segundo vagón luchan por reaparecer jugadores ahora difuminados como Djokovic, Murray, Davydenko, Del Potro o Verdasco.
Por el momento, Nadal ya tiene su merecido: un quinto título en Roland Garros y, de nuevo, el cetro mundial. ¡Felicidades Rafa!
