
El domingo 19 de mayo, Rafa Nadal acabó de confirmarse como principal aspirante a ganar Roland Garros, junto a Novak Djokovic, al imponerse en la final de Roma por un contundente 6-1 6-3 sobre Roger Federer. Desde que regresó a la competición en febrero, el manacorí ha alcanzado la final en los ocho torneos que ha disputado y se ha llevado el título en seis.
Son cifras impensables sea cual sea la circunstancia, pero aún lo son mucho más para cualquiera que haya estado siete meses sin competir. Pero hace tiempo que Rafa viene demostrando que él no es, precisamente, cualquiera. ´Os hubiera tratado de locos´, confesó aún sobre la pista cuando le preguntaron qué hubiera dicho antes de regresar al circuito si le hubieran dicho que alcanzaría estas cifras.
Rafa lleva años repitiendo una secuencia que, por recurrente, nos resulta cada vez más familiar. Llega la primavera y, agarrado a su condición de rey indiscutible de la tierra batida, se sobrepone a las diversas adversidades que acumula, sea por desgaste competitivo en pistas rápidas o por lesiones, tras los complicados finales de temporada. Este año el efecto ha sido aún mayor: tras un parón radical de siete meses, la sensación de comprobar que Rafa sigue siendo el ganador implacable de siempre ha sido aún más placentera. Llegamos a dudar de si volvería a competir con garantías y nos hemos encontrado con el regalo de estas ocho finales y seis títulos, incluidos tres Masters 1000: Indian Wells, Madrid y Roma.
Sobre la final del Foro Itálico poco se puede decir. Si ya en Indian Wells, en superficie rápida, Rafa fue capaz de batir al suizo en dos sets, todo apuntaba a que podía suceder lo que, efectivamente, sucedió. Nadal mostró una vez más su granítica solidez sobre tierra y Federer en ningún momento pudo sacar provecho de su táctica suicida de acoso y derribo. La única pega es que prácticamente no hubo final. El balance, tras 30 ediciones del duelo más celebrado de la última década, es muy claro a favor de Rafa: 20 victorias por 10 del suizo. Y el tiempo, sin duda, corre a favor de Nadal, cinco años más joven y sin mujer ni hijos que desplacen su energía vital más allá de las pistas.
A todas estas, llega Roland Garros con dos aspirantes que aparecen un escalón muy por encima del resto: Rafa y, naturalmente, Djokovic, que si bien ha caído prematuramente en Madrid y Roma ante Dimitrov y Berdych, fue capaz de batir contundentemente a Nadal en la final de Montecarlo. Llega la hora de la verdad con el primer torneo del Grand Slam en juego.
¡Felicidades Rafa!