No pudo ser. Rafa Nadal no pudo cerrar como hubiera deseado su mejor año como profesional porque enfrente se encontró, tal como sugiere el torneo londinense, a un maestro. Roger Federer se tomó la revancha de varias derrotas dolorosas y se impuso 6-3, 3-6, 6-1 con un tenis, una vez más, de altísimos vuelos. De este modo, Rafa sigue teniendo un último logro de primer rango por cumplir en su explosiva carrera, una vez que ya ha saboreado los cuatro grandes, el oro olímpico y la Copa Davis.
La derrota, analizada a posteriori, deja muchas cosas a valorar en positivo: su primera final de un Masters; cuatro victorias consecutivas frente a rivales del empaque de Roddick, Djokovic, Berdych y Murray; un set, el único que concedió en todo el torneo, arrancado a un Federer en estado de gracia; y la sensación de que con un poco más de energía, que inevitablemente se la había llevado 24 horas antes el bueno de Murray en semifinales, se hubiera podido incluso derrotar a un Federer con todo a favor: 2 victorias a cero en enfrentamientos previos en indoor, cuatro títulos del torneo, que ahora ya son cinco, por ninguno de Rafa y superficie rápida.
El tenis, por ver el vaso medio lleno, sale ganando con esta victoria de Federer. Los duelos entre Rafa y Roger corrían el riesgo de decantarse peligrosamente a favor del manacorí. Ahora el balance sigue favorable a Rafa 14 a 8, pero es interesante que, pese a tener cinco años más, Federer se haya vuelto a demostrar a sí mismo que puede batir a su bestia negra en una gran final. Máxime cuando su condición de padre amenazaba con modificar sus prioridades vitales. Así, la rivalidad entre, probablemente, los dos mejores tenistas de la historia sigue más viva que nunca.
¡Desde el RCTB queremos felicitar a Federer por seguir deleitándonos con su tenis de etiqueta y a Rafa por su capacidad de lucha, su fe, su progresión en pistas rápidas y su elegancia en la derrota!