Màrius Castellà, nos ha dejado un hombre bueno

Màrius Castellà, nos ha dejado un hombre bueno
16/03/2011

El pasado 8 de marzo, Màrius nos dejó tal y como había vivido: con discreción y humildad, pero feliz y rodeado de los suyos. Màrius era el socio número 2 de nuestra entidad, de la que entró a formar parte en 1934, impulsado por su padre, Antoni Castellà, médico de profesión y ya miembro del Club desde hacía tiempo. Si se me permite, empezaré explicando algo que muy poca gente sabe y que pienso que ya es hora de darle publicidad. Durante la guerra civil, los directivos tuvieron que huir y el Club quedó sin gobierno. Las instalaciones, entonces todavía en la calle Ganduxer, desatendidas. El

Màrius, pues, se formó personal y deportivamente en nuestro Club desde su infancia y, como no podía ser de otra manera tratándose de un miembro de una fantástica saga de tenistas (hermano de gran tenista, padre de grandes tenistas y gran tenista él mismo), luchó hasta el último punto de un partido larguísimo (93 años!), lleno de momentos muy dulces (Emi, sus cuatro hijos, sus 13 nietos) y, seguramente, de algunos que no lo fueron tanto (me viene a la cabeza aquella anécdota de la guerra civil, cuando, durante un registro en su casa para buscar precisamente documentación de algunos socios, se escondió bajo el sofá con el perro y no lo encontraron ... según él, un milagro, pues el perro solía no callar y aquella vez, como intuyendo el peligro, ni siquiera respiró). Francamente, siguiendo con el símil tenístico, yo no me atrevería a decir que el último punto lo perdió. Sin duda su partido, su vida, ha sido una gran victoria.

Una victoria de la que nos queda el ejemplo. Él decía que el Paraíso estaba en la tierra, con Emi y los suyos. Él decía que no sabía si San Pedro le abriría las puertas del cielo, tanta era su modestia. Él decía muchas cosas buenas. Y es que, Màrius era un hombre bueno! Estos días, alguien me dijo: "al final, lo realmente importante en la vida, es ser bueno, como Màrius". Y él, además de bueno era honesto, trabajador e íntegro. No exento de un fino y sutil sentido del humor, por encima de todo Màrius era un hombre de valores. No creo que me equivoque si digo que, como valores centrales, tenía los de la familia y la amistad.

Sin duda, Màrius, no podemos estar tristes de haberte perdido sino contentos de haberte tenido.

Gracias y un abrazo muy fuerte a toda la familia.

Bonaventura Durall Aulet